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Tiempo de duelo

  • Foto del escritor: Rochi Bahamonde
    Rochi Bahamonde
  • 15 nov 2018
  • 3 Min. de lectura


Soy de esas personas que ama las cosas nuevas y por lo tanto le cuesta un poco despegarse.

¿Acaso en tu niñez no te encantaba usar esas "zapatillas" (por poner un ejemplo) que tanto te gustaban una y otra vez? 

Y es en este momento donde recuerdo una frase de mi mamá que dice: "Uh ¿esto es encarnación?" Y luego de decir eso, me insistía en quitarme la nueva adquisición. 


Dios suele pedir que renunciemos a ciertas cosas (sean pensamientos, hobbies, relaciones, etc), quizás para probar nuestra obediencia, para darnos algo mejor o quizás por que "eso" está ocupando un lugar que no le corresponde en nuestro corazón. 


¿Alguna vez haz tenido que renunciar a algo que estaba "encarnado" en tu corazón?


Resulta que a veces, cuando tenemos que renunciar a algo que nos gusta, nos duele. Si, es difícil dejarlo, pero amas tanto a Dios, que por obediencia lo haces, aunque eso no quite que sientas la pérdida. 

Es en ese momento, donde entramos en un período de duelo. Puede sonar exagerado, pero a medida que lo vayamos desarrollando te vas a dar cuenta de que así es. 


El duelo es un proceso que cada individuo vive de forma distinta, por lo tanto, su duración también puede variar. En nuestras emociones, se produce un quiebre ante la pérdida y es entonces cuando aparece el dolor. Además puede conllevar cambios en tu forma de ser o en tus decisiones del día a día. 

Recuerda esto: El duelo es espiritual. Es un período que nos lleva a desnudar nuestro corazón y exponerlo ante Dios. 


En todo esto, no debemos olvidarnos la importancia del gobierno. Si tu "humanidad" controla tus emociones, déjame decirte que estás al horno. Dios, en su palabra dice lo siguiente: 

No hay nada más engañoso que el corazón; no tiene remedio. ¿Quién lo entiende? Jeremías 17:9

Nuestro corazón sin la dirección del espíritu santo puede ser un arma mortal. Es capaz de llevarte al camino de la depresión, a sembrar duda y confusión, acrecentar tu egoísmo y tu autosuficiencia, llevarte a pensar que Dios te condenará y lo más grave, puede crear un velo que no te permita ver el accionar de la gracia. En otras palabras, puede convertir tu tierno corazón, en uno de piedra



Pero cuando tus emociones están bajo la guía del espíritu de Dios, todo es diferente. En este camino de duelo, te convertís en el más débil, pero esa vulnerabilidad le da lugar a la fortaleza del padre. En un corazón humilde y dispuesto a ser expuesto a la verdad de Cristo, se manifiesta la gracia. Ahí es cuando mediante el amor, la paz y el consuelo, Dios abraza tu débil corazón y lo fortalece. 

Por causa del obrar del espíritu santo en tus emociones, dejas de cuestionar el accionar de Dios, comienzas a confiar y recuerdas que su gracia es suficiente


Pablo lo dejó muy claro:


Él me dijo: «Mi gracia es todo lo que necesitas; mi poder actúa mejor en la debilidad». Así que ahora me alegra jactarme de mis debilidades, para que el poder de Cristo pueda actuar a través de mí. Es por esto que me deleito en mis debilidades, y en los insultos, en privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo. Pues, cuando soy débil, entonces soy fuerte.  2 Corintios 12:9-10

Si Dios te está pidiendo que renuncies, permítete el duelo, no para que seas una víctima, sino para que experimentes un nuevo nivel de la gracia. 


No le des lugar a la condenación, por que en Cristo no existe. Sumérgete en su amor, deja que el espíritu de gracia te abrace y cambie tu corazón de piedra en uno de carne.


Tu decides, Dios está esperando con los brazos abiertos.


Yo les daré un solo corazón y pondré un espíritu nuevo dentro de ellos. Y quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón. Ezequiel 11:19


 
 
 

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